Una fuga maratoniana. ¿Dónde? ¿Cuándo? Seguramente, será difícil encontrar a alguien que no haya visto, al menos una vez, la película «La Gran Evasión».
«La Gran Evasión» («The Great Escape», John Sturges, 1963) es una película justamente mítica, sobre la evasión de un grupo de aviadores aliados, de un campo de concentración nazi, en la II Guerra Mundial (https://www.youtube.com/watch?v=P4DDq7YgWNY).
Protagonizada por Steve McQueen, Charles Bronson, James Coburn, James Garner, Donald Pleaseance, James Donald o Richard Attenborough, entre otros, está basada en un hecho real: la fuga de 76 aviadores aliados, del campo de concentración de Stalag Luft III, en Sagan (Polonia), la noche del 24 al 25 de marzo de 1944.
La película, aunque aderezada con elementos de comedia y alguna escena verdaderamente espectacular que no sucedió en la realidad (por ejemplo, el famoso intento de fuga en moto de Steve McQueen), es bastante fiel a lo ocurrido. De un grupo previsto de 200 aviadores, 76 consiguieron fugarse del campo, siendo capturados en los siguientes días 72, de los cuales 50 fueron ejecutados por orden directa de Hitler.
Cuesta imaginar una combinación semejante de valor, perseverancia, resiliencia e ingenio como la que motivó la fuga. Una fuga maratoniana, verdaderamente. Los prisioneros cavaron varios túneles, de los cuales uno («Harry»), más de cien metros de longitud, fue el que les sacó del campo. Meses de excavación, apuntalamiento con maderas para evitar desprendimientos, creación de documentación y trajes falsos, adiestramiento y un largo etcétera de labores realizadas en la clandestinidad, fueron necesarios para esta extraordinaria empresa.
Esto demuestra que la fijación de un objetivo, y la constancia en su logro, allanan dificultades que a priori pueden parecer insalvables. Esto es aplicable tanto a la maratón, como a la fuga de un campo de concentración (o, simplemente, a la supervivencia en él), o cualquier empresa de complejidad en la vida. ¿El objetivo de los fugados? Obvio, volver a sus casas, con sus seres queridos, pero también obstaculizar y molestar el esfuerzo nazi, que tuvo que destinar ingentes recursos (económicos y humanos) para tratar de evitar las fugas, y luego, para capturar a los fugados.
En fin, una experiencia asombrosa, como se comprende de la lectura de «La Gran Evasión», de Tim Carroll, donde se cuenta cómo fue en realidad esta extraordinaria obra conjunta.
Una fuga maratoniana.